El enfrentamiento entre Iran y el sionismo

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Ha comenzado el enfrentamiento militar entre Israel e Irán. Pero su origen no está en la República Islámica de hoy sino en el Irán anterior. Esta guerra podría durar hasta que uno de los contendientes quede exhausto.

Para entender lo que sucede y no caer en una de las dos narraciones oficiales que ocultan la realidad del problema es necesario regresar a varios momentos del pasado.

Los enemigos de Irán en el siglo XX

En Irán todas las manifestaciones contra los enemigos externos se terminan invariablement al grito de “¡Abajo el Reino Unido!”“¡Abajo Estados Unidos!”“¡Abajo Israel!” Esa es la expresión más profunda del sufrimiento que los persas han tenido que enfrentar históricamente, desde la Primera Guerra Mundial.

• En efecto, aunque en Occidente no se habla de ese hecho, desde 1917 y hasta 1919, los iraníes fueron víctimas del genocidio más importante de la Primera Guerra Mundial [1]. Entre 6 y 8 millones de personas murieron de hambre en Irán, que por entonces contaba entre 18 y 20 millones de habitantes, o sea entre la cuarta y la tercera parte de la población iraní murió en aquella hambruna. A pesar de que Irán era neutral, el ejército británico no dudó en demoler la nación persa, intentando demostrar la superioridad del Reino Unido sobre los bolcheviques y los otomanos. Aquel horror dejó en la conciencia colectiva de los iraníes un recuerdo traumático que sigue muy presente en la República Islámica [2]. Para un iraní normal no cabe duda de que el Reino Unido es el primer enemigo de su país.

 Los británicos, después de haber colonizado Irán utilizando al oficial iraní Reza Chah, quien gobernó desde 1925 hasta 1941, derrocaron a ese personaje y pusieron en el poder a su hijo, Mohammad Reza Pahlevi (1941-1979). Agazapados tras esos regímenes, los británicos saquearon Irán. Pero en 1951, Mohammad Reza Pahlevi designó como primer ministro a Mohammad Mossadeg, quien nacionalizó el petróleo del país, en detrimento de los intereses del Reino Unido. Con ayuda de los estadounidenses, los británicos organizaron lo que hoy llamaríamos una “revolución de color”, orquestada bajo la denominación de “Operación Ajax” [3].

El nuevo régimen impuesto a raíz del derrocamiento de Mossadeg (en 1953) ya no respondía a los dictados de Londres sino a las órdenes de Washington. La embajada de Estados Unidos, que instaló el teléfono (Mossadeg también había nacionalizado el servicio telefónico), instaló a la vez “derivaciones” en las líneas telefónicas de todos los ministros, de modo que podía escuchar todas sus conversaciones, constantemente, en tiempo real y sin que ellos lo supieran. Eso se descubrió sólo mucho después, durante la revolución iraní de 1978. Todo lo anterior explica por qué los iraníes ven a Estados Unidos como su segundo gran enemigo.

• A raíz del derrocamiento de Mossadeg, los británicos impusieron al general Fazlollah Zahedi para reemplazarlo. Zahedi era un nazi iraní que los mismos británicos habían encarcelado en El Cairo, pero Londres contaba con él para “poner orden” en Irán. El general Fazlollah Zahedi creó inmediatamente una policía política, siguiendo el modelo de la Gestapo. Incluso “recuperó” antiguos nazis para formar ese cuerpo represivo y el israelí Yitzhak Shamir –quien trabajaba entonces en el Mosad– envió a Zahedi varios cientos de sionistas revisionistas israelíes para dirigir aquella policía política: la SAVAK [4]. Hoy en día, el recuerdo de los horrores de la SAVAK, la policía política más terrible del mundo en aquella época, se conserva en el museo dedicado a ese fin en Teherán [5]. Dada la participación activa de las autoridades de Israel en la creación y funcionamiento de la SAVAK, es evidente que los iraníes ven a Israel como su tercer gran enemigo.

El único enemigo de Israel en el siglo XX

Aunque 25 años de propaganda orquestada por los sionistas revisionistas, han convencido a los israelíes de lo contrario, la realidad es que Irán –ni en la época del shah Mohammad Reza Pahlevi, ni bajo la República Islámica– nunca tuvo como objetivo la aniquilación de la populación judía de la Palestina ocupada. El presidente iraní Mahmud Ahmadinejyad subrayó claramente en su momento que el objetivo era eliminar el Estado de Israel, como Rusia eliminó la URSS [6].

No, el verdadero único enemigo del Estado de Israel es aquel que, desde hace 80 años, siempre se ha encargado de sabotear todo intento de alcanzar la paz entre los judíos y los árabes: el Reino Unido. Como ya he explicado numerosas veces, cuando la diplomacia británica redactó, en 1915, su plan intitulado The Future of Palestine (“El Futuro de Palestina”), especificó en ese texto que el Estado judío debía crearse en Palestina, pero también aclaró en ese plan que ese Estado judío no debía llegar nunca a ser capaz de garantizar su propia seguridad por sí solo. Sólo 2 años después, el gobierno británico de David Lloyd George redactó la Declaración Balfour, anunciando la creación del Hogar Nacional Judío, y la administración del presidente estadounidense Woodrow Wilson se comprometió a crear un Estado independiente para los judíos del Imperio otomano.

El promotor de aquel texto, el judío británico Herbert Samuel, fue nombrado Alto Comisionado del Mandato Británico en Palestina, y, por supuesto, favoreció de un lado a los sionistas revisionistas del ucraniano Vladimir “Zeev” Jabotinsky, mientras que del otro lado designó al antisemita Mohamed Amin al-Husseini como Gran Muftí de Jerusalén. Posteriormente, Herbert Samuel fue nombrado secretario de Estado para el Interior en el gobierno de Archibald Sinclair.

Esa política británica se ha mantenido sin cambios hasta nuestros días: Reino Unido sigue apoyando por un lado al sionista revisionista Benyamin Netanyahu y, al mismo tiempo, alimenta y protege a la Hermandad Musulmana, cuya franquicia palestina es… el Hamas.

La prolongación del conflicto entre los sionistas revisionistas e Irán

Justo después de la Segunda Guerra Mundial, el entonces presidente de Estados Unidos, Dwight Eisenhower, se inquietó ante la posibilidad de que el objetivo del presidente de Israel, Chaim Weizmann, fuera volver al “Gran Israel”, o sea no a la reconstitución del Reino de Jerusalén –ya ampliamente incluido en el Estado de Israel– sino recrear el antiguo Imperio asirio –que abarcaba todos los territorios que van desde el Nilo hasta el Éufrates. Eisenhower pidió entonces a su secretario de Estado, John Foster Dulles, que organizara una alianza entre Siria e Irán para equilibrar la situación regional ante la influencia israelí.

Fue a pedido de Washington que el presidente sirio Adib Chichakli (1953-1954), del Partido Social Nacionalista Sirio (PSNS), firmó, el 24 de mayo de 1953, un acuerdo de cooperación militar con el shah de Irán, Mohammad Reza Pahlevi [7]. Pero hoy se denuncia esa misma alianza –el “Eje de la Resistencia”– sólo porque ahora se compone de países descolonizados.

Eso es lo que en realidad sucede actualmente. En 1979, la administración Carter se las arregló para destronar al shah Mohammad Reza Pahlevi, quien aspiraba a dominar el Medio Oriente gracias a la obtención de la bomba atómica –con ayuda del presidente de Francia, Valery Giscard d’Estaing, y del gobierno del primer ministro francés Jacques Chirac [8]. A instancias de su consejero de seguridad nacional, Zbigniew Brzeziński, la administración Carter trajo de Francia al imam Ruhollah Khomeiny para ponerlo en el poder en Teherán en lugar del shah derrocado.
Inicialmente, Israel apoyó a Irán en la guerra frente a Irak, suministrándole todo el armamento que podía necesitar. Tel Aviv organizó incluso la parte iraní del tráfico de armas que dio lugar al escándalo Irán-Contras (también conocido como “Irángate”). Pero después, Israel comenzó a cambiar de estrategia [9], aunque conservó ciertos elementos de la relación que había mantenido con el régimen del shah. Por ejemplo, el consorcio EAPC-B, del que Israel poseía el 50% e Irán era propietario del otro 50%, hoy sigue explotando el oleoducto Eilat-Ascalón (también llamado “Oleoducto Trans-Israel”), indispensable para la economía israelí. En 2018, el parlamento de Israel adoptó una ley que castiga con 15 años de cárcel cualquier publicación sobre quiénes son los propietarios de esa infraestructura [10].

A partir de la invasión de los anglosajones contra Irak, en 2003, y argumentando un supuesto papel de Irán en los atentados del 11 de septiembre de 2001, los gobiernos de Estados Unidos y Reino Unido comenzaron a propalar rumores sobre una hipotética “arma nuclear” iraní, lo mismo que ya habían hecho antes con las alegaciones sobre las “armas de destrucción masiva” que supuestamente poseía Irak [11]. En aquella época, Londres y Washington esperaban que aquella maniobra haría que Irán los ayudara en la agresión contra Irak.

Aquellas mentiras condujeron al voto de las resoluciones 1737 (23 de diciembre de 2006) y 1747 (24 de marzo de 2007) en el Consejo de Seguridad de la ONU [12]. En Israel, Benyamin Netanyahu, entonces jefe de la oposición, se apodera de aquella propaganda. Durante 25 años, Netanyahu denuncia constantemente la fabricación, siempre «inminente», de una bomba atómica iraní, a pesar de que Irán presenta a las Naciones Unidas un proyecto de resolución que crearía una «zona libre de armas nucleares en el Medio Oriente» [13].

En todo caso, en 2013, William Burns, el director de la CIA de la administración Biden, negocia con Irán en Omán, en nombre del presidente Barack Obama, el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPoA, siglas en inglés). Aquel plan fue presentado en Ginebra, en los encuentros llamados 5+1 (o sea, entre las 5 potencias nucleares del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania), pero su firma demoró 2 años ya que Estados Unidos e Irán observaron un largo paréntesis durante el cual se pusieron de acuerdo sobre un anexo secreto.

En una larga entrevista [14], concedida justo antes de terminar su segundo mandato presidencial, Barack Obama explicaba que él rechazaba toda acción preventiva tendiente a impedir que Irán tratara de obtener la bomba atómica, pero que estaba dispuesto a intervenir si veía a Teherán desarrollar un programa nuclear militar. Su consejera de seguridad nacional, Susan Rice, declaraba: «El acuerdo con Irán nunca tuvo como objetivo principal tratar de abrir una nueva era de relaciones entre Estados Unidos e Irán. Era mucho más pragmático y minimalista. El objetivo era muy simplemente hacer que un país peligroso fuese considerablemente menos peligroso. Nadie esperaba que Irán se convirtiera en un actor benevolente.»

La posición de Estados Unidos [15] no ha cambiado. Es cierto que el presidente Donald Trump se retiró unilateralmente del JCPoA y del anexo secreto que la administración Obama había negociado, pero por otro lado el derecho de Irán al enriquecimiento de uranio Trump lo ha rechazado sólo verbalmente, no durante las negociaciones.

Durante ese periodo Irán comenzó a movilizar las comunidades chiitas del Medio Oriente para garantizar su propia seguridad. Después, con el general Qassem Soleimani, el gobierno iraní regresó a la doctrina del imam Khomeiny, en virtud de la cual Irán no debe instrumentalizar a sus aliados sino ayudarlos. Eso significa que Irán ya no contaba con “proxis”, antes de que Israel arremetiera contra el Hamas, contra el Hezbollah libanés y contra otros movimientos. Todos esos grupos ya eran independientes, en otras palabras, ya no recibían órdenes de Teherán.

Los acontecimientos que desencadenaron el enfrentamiento

El 7 de junio, el ministro de Inteligencia de Irán, Esmail Khatib, anunció que los servicios secretos iraníes habían logrado obtener un enorme volumen de documentos confidenciales sobre el programa nuclear israelí, una operación similar a la del Mosad, que anunció en abril de 2018 que había logrado robar documentos iraníes sobre sus investigaciones nucleares [16].

El 12 de junio, la Junta de Gobernadores del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) adoptó una resolución en la que afirma que «el director general [el argentino Rafael Grossi], como se indica en el documento GOV/2025/25, no puede dar garantías de que el programa nuclear de Irán es exclusivamente pacífico» [17]. Por consiguiente, la Junta de Gobernadores estimaba que «los numerosos incumplimientos de Irán de sus obligaciones desde 2019 en cuanto a cooperar plenamente y a tiempo con el Organismo en lo tocante a las materias y actividades nucleares no declaradas en múltiples locaciones no declarados en Irán, como se precisa en el documento GOV/2025/25, constituyen una violación de las obligaciones que le impone su acuerdo de garantías con el Organismo en el sentido del artículo XII.C del Estatuto del Organismo». Como consecuencia de esa estimación, el OIEA ponía la cuestión en manos del Consejo de Seguridad de la ONU.

Pero, mientras que los documentos iraníes robados por el Mosad no revelaban ningún programa militar [18], a pesar de las estruendosas declaraciones de Benyamin Netanyahu, el contenido de los documentos israelíes robados por la inteligencia iraní sí aporta informaciones explosivas.

Concretamente, los primeros documentos israelíes revelados por el ministerio de Inteligencia de Irán muestran que el director general del OIEA, el argentino Rafael Grossi, transmitía a Israel –que ni siquiera es miembro del OIEA– toda la información confidencial que el Organismo obtenía en Irán. Dicho claramente, el contenido de esos documentos demuestra que el director del OIEA no es neutral.

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