La suba de tasas de interés que comenzó con el desarme de las Letras de Financiamiento (LEFI) del Banco Central, el 10 de julio, y que Milei y Toto Caputo atribuyen al “riesgo kuka”, afectan a la producción en eslabones de la actividad.
Un empresario pyme compartió dos mensajes de bancos con los que opera a diario. Una entidad le ofreció hacer un plazo fijo a 30 días, hasta después de las elecciones bonaerenses, a una tasa del 60% anual o del 5% mensual, dos veces y media la inflación esperada. El otro era de un oficial de cuenta que se negaba a darle un crédito para comprar una máquina: “No puedo, no tengo tasa”.
Otra fuente del sector contó que la caída del empleo en las fábricas de electrodomésticos y de sus proveedores cae por goteo, pero de manera sostenida.
El costo de frenar al dólar
La usura de Milei, Caputo y el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, avisaron que priorizarán controlar al dólar hasta después de las elecciones. El BCRA recibió a los bancos y ajustó, en el margen, la suba de encajes que llega al 50%. Uno de cada dos pesos en poder de las entidades deben quedar inmovilizados, lo que encarece el crédito y plancha más la actividad.
“Con el apretón monetario de la suba de los encajes, equivalente a 8% de los depósitos, la liquidez desapareció y las tasas entre los bancos que promediaban el 30% antes del desarme de las LEFI saltaron en la semana hasta cerca del 70% “, describió la consultora Eco Go.
El sector financiero coincide en que la eliminación de los instrumentos con la que el BCRA administraba la liquidez diaria de los bancos fue una especie de capricho de Milei y que Caputo y Bausili acomodaron su política económica a la decisión del Presidente.
Es una mirada de un sector que venía simpatizando con la gestión de los socios de Anker, pero que tiene ciertos puntos de anclaje. Por ejemplo, el artículo que Milei colgó en la web del BCRA, en el que intenta refutar el concepto de passtrough o traslado a precios de la suba del dólar, a contramano de los esfuerzos de las autoridades económicas de evitar que esto suceda.
Pero el impacto en la actividad ya se nota. El INDEC midió que la actividad económica comenzó a frenar desde abril, antes de la suba de tasas. El “pedo de buzo” duró un suspiro: en junio, la actividad económica era 0,6% inferior a la de diciembre, en términos desestacionalizados.
Hasta junio, el crédito traccionaba y suplía la caída de ingresos. Según el Banco Central, los préstamos a familias y empresas crecieron 4,2% mensual y 78,1% interanual, en términos reales, ese mes. La mora, en ascenso, encendía luces amarillas.
Las consultoras privadas estimaron que la tendencia se profundizó en julio. Según Equilibra, la actividad cayó 0,3% mensual el mes pasado. “La combinación de tasas elevadas, mayores encajes y menor disponibilidad de crédito puede convertir el amesetamiento de la actividad en recesión, lo cual no se podrá sostener mucho tiempo”, advirtió la firma de Martín Rapetti y Diego Bossio.
Para esta firma, un resultado electoral positivo para La Libertad Avanza podría descomprimir las tasas. El camino alternativo: “Un ajuste cambiario para recomponer competitividad externa, acumular reservas y bajar el riesgo país, a costa de mayor presión inflacionaria y recesión en el corto plazo”.
La UIA, preocupada
“Con estos niveles de tasas de interés y frente al incremento observado este año en la morosidad, las cadenas de pagos podrían verse aún más afectadas, complicando las perspectivas para las compañías con menos margen financiero, como las pymes; en especial, aquellas que operan en sectores desafiados por el nuevo marco de negocios”, indicó la consultora MAP.
En una reunión de junta directiva, la Unión Industriar Argentina (UIA) expresó “inquietud por el nivel de actividad” y la necesidad de “generar líneas de crédito para sostener la producción y el empleo”. El Centro de Estudios de la UIA reportó una caída de 1500 empleos por mes en el último trimestre, en promedio, y una pérdida acumulada de 37.000 puestos de trabajo formales en las industrias.
“Llevamos nueve trimestres consecutivos de caída del empleo industrial pyme. Con este, llegaremos a diez, que es el ciclo recesivo más largo desde 2019 y 2020”, le dijo a Letra P Federico Poli, director ejecutivo del Observatorio Pyme.
El costo fiscal de subir las tasas
Las altas tasas también tienen impacto en “la macro”, fin único de la política económica. Para Equilibra, la suba de tasas que convalidó el Tesoro en sus licitaciones primarias desde junio suponen un sobrecosto de 2,6 billones de pesos o 0,27% del PBI. Como referencia, subir el bono a los jubilados a $110.000 hasta fin de año supondría un gasto de 0,32% del PBI, según la Fundación Mediterránea.
Ese sobrecosto habrá que pagarlo tarde o temprano y Milei y Caputo ya avisaron que se pagará con más ajuste. En un contexto recesivo, la serpiente libertaria empieza a morderse la cola como un gen autodestructivo.