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Trump en el intento de evitar la caída de EE.UU

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La desdolarización –o sea, el hecho de prescindir del dólar estadounidense en los intercambios internacionales y circunscribir su uso únicamente al mercado interno de Estados Unidos– ha sido desde hace tiempo como el “abominable hombre de las nieves”, todo el mundo ha oído hablar de él… pero nadie está seguro de haberlo visto.

Pero, ante las medidas coercitivas unilaterales –las mal llamadas “sanciones” cuya aplicación Estados Unidos impuso a sus aliados para castigar a Irán y posteriormente a Rusia–, las autoridades rusas han creado un Sistema de Transferencia de Mensajes Financieros (SPFS), China estableció un Sistema de Pagos Interbancarios (CIPS) y la Unión Europea se dotó del Instrumento Europeo de Apoyo a los Intercambios Comerciales (INSTEX). ¿Resultado? El uso de dólar estadounidense ha perdido terreno, un 25%, en los intercambios internacionales.

Eso sucede mientras que la deuda pública de Estados Unidos se eleva en este momento a la astronómica suma de 34 000 millardos de dólares y sólo una tercera parte de esa suma colosal está en manos de inversionistas extranjeros, según la publicación especializada Forbes . Si ciertos acreedores de Estados Unidos, principalmente China y Arabia Saudita, exigieran el pago de lo que se les debe, eso desataría una crisis económica de proporciones similares, como mínimo, a la de 1929.

Son numerosos los economistas que regularmente advierten sobre esa posibilidad. Pero, según Jon Hartley, de la Hoover Institution, a pesar de esas advertencias los bancos centrales no han reducido el volumen de dólares acumulados en sus reservas de divisas desde el inicio del conflicto en Ucrania.

El 20 de febrero, una videoconferencia impartida por el analista Jim Bianco, y mencionada repetidamente por la agencia Bloomberg , sacó nuevamente a la luz esas inquietudes.

Según el analista Jim Bianco, la administración Trump sigue actualmente un plan que denomina “el Acuerdo Mar-a-Lago”. La administración Trump espera restructurar radicalmente la carga de la deuda estadounidense reorganizando el comercio mundial a través de los derechos de aduana o aranceles, devaluando el dólar y, a fin de cuentas, reduciendo el costo de su deuda. El objetivo de todo eso sería poner la industria estadounidense en igualdad de condiciones con las de sus competidores en todo el mundo.

El principio que implementa el “Acuerdo Mar-a-Lago” tiene que ver con un artículo de Stephen Miran, del Manhattan Institute y es precisamente Miran la persona que el presidente Trump ha designado para presidir el Consejo de Asesores Económicos (CEA) de la Casa Blanca. El 22 de enero, el propio Donald Trump pronunció, por videoconferencia ante el Foro de Davos, un discurso que parece apuntar en ese sentido.

La denominación misma del “Acuerdo Mar-a-Lago” es una referencia al “Acuerdo del Plaza” de 1985, en el que Estados Unidos adoptó una política tendiente a reducir el valor del dólar para reactivar las exportaciones estadounidenses. En la práctica, debido al mal manejo de los mecanismos financieros, la reactivación de la economía de Estados Unidos provocó una grave recesión en Japón.

El 21 y el 22 de enero pasados, Donald Trump reunió a los ministros de Finanzas del G7 y los jefes de los bancos centrales en su residencia de Mar-a-Lago. Y parece que los recibió diciéndoles: «De aquí no sale nadie hasta que hayamos llegado a un acuerdo sobre el dólar.»  El acuerdo antes mencionado cuenta por consiguiente con la aprobación de los aliados de Washington.

La idea central sería que el Tesoro estadounidense emita obligaciones del Estado federal que no acumulen intereses (los llamados “cupones cero”), obligaciones que sólo podrían cambiarse por dinero al contado al cabo de 100 años. Washington debería obligar sus aliados a convertir sus préstamos –o sea, la deuda estadounidense– en “cupones cero”.

Si aceptamos como bueno este análisis, tenemos entonces que reinterpretar varias acciones del presidente Trump, como la cuestión de los aranceles o derechos de aduana y su decisión de crear un fondo soberano. Vistos desde ese ángulo, esos actos de la administración Trump parecen mucho menos erráticos de lo que dice la prensa internacional. De hecho, parecen más bien totalmente lógicos.

Eso nos lleva a plantear que Donald Trump está tratando de aplicar un control de daños ante el posible derrumbe económico del “imperio estadounidense” de Joe Biden. Trump estaría actuando de hecho como lo hicieron en su momento Yuri Andropov, Konstantin Chernenko y Mijaíl Gorbachov, quienes trataron de hacer un “control de daños” ante el derrumbe inminente del “imperio soviético” de Leonid Brejnev.

Si llamo la atención sobre esta hipótesis es sobre todo porque, en mi opinión, el golpe de Estado que tuvo lugar en Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001 no tuvo otro objetivo que retardar el derrumbe ya previsible del “imperio estadounidense”. Las dos últimas décadas han sido sólo un plazo de gracia que, lejos de resolver el problema, lo ha hecho mucho más complejo.

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